La tortuga Naia fue capturada por red de arrastre el 30 de octubre por la embarcación Los Palmeros de Sant Carles de la Ràpita. Gracias a su colaboración, el equipo de Clínica y Rescate fue en su búsqueda para que el animal pudiera recibir la atención que necesita. En una primera observación, la tortuga presenta una buena condición corporal y no tiene ni algas ni parásitos en el caparazón.

🎣Los pescadores son una pieza esencial en la conservación de las tortugas marinas, convirtiéndose en el primer agente involucrado en el proceso de recuperación de estos animales, ya que son los primeros en detectar la captura incidental y son los encargados de activar el protocolo de rescate.

🎣Una reciente publicación científica reveló que las tortugas marinas capturadas accidentalmente en redes de arrastre podían sufrir de una enfermedad disbárica, muy similar a la sufrida por buceadores al exceder el tiempo de inmersión o ascenso demasiado rápido a la superficie.

🎣Estas enfermedades se desencadenan principalmente por la suma de subir al animal rápidamente hasta la superficie y por el estrés que sufren tras la captura. Esta situación podría causar que las tortugas marinas no pudieran llevar a cabo correctamente la transferencia de gases del torrente sanguíneo, acumulando cantidades de nitrógeno que pondrían en riesgo su supervivencia, además de una posible sobreexpansión pulmonar. Por esta razón, cuando una tortuga marina es capturada por accidente, aunque parezca activa y sin síntomas evidentes, requiere atención veterinaria inmediata para hacer un diagnóstico adecuado y un tratamiento de emergencia si es necesario. De lo contrario, si ha sido afectada internamente y no recibe tratamiento, podría morir después de unas horas o días tras ser devueltas al mar.

Una vez en la clínica del CRAM se le realiza una analítica de sangre y radiografías y los resultados descartan que presente síndrome descompresivo. El animal pesa 4,4kg y calculamos que tiene unos 3 o 4 años de edad. Aunque hoy no ha querido comer, tanto el sábado como el domingo ha comido muy bien.

Unos días más tarde de su ingreso, Naia expulsa un trozo de plástico. Los residuos plásticos son una gran amenaza para las diferentes especies que habitan los mares y océanos causándoles diferentes patologías como enmalles, heridas, obstrucciones digestivas que pueden desencadenar graves problemas de salud, desnutrición, tasas de rendimiento reducidas, rendimiento reproductivo menor e incluso la muerte.

Los microplásticos (fragmentos inferiores a 5 mm) es la forma más presente de contaminación marina en la actualidad y es el resultado de la rotura de objetos como botellas, bolsas o envoltorios. Estas partículas afectan a toda la cadena trófica al acumularse en el organismo y no eliminarse llegando a afectar al ser humano si ingiere animales que los contengan. Actualmente se considera que gran parte de la población humana tiene microplásticos en su interior, que además del daño que ya produce de por sí, actúan como esponja química atrayendo tóxicos como el mercurio y el plomo.

La Fundación CRAM está participando en el proyecto europeo INDICIT II que tiene como objetivo conocer el estado de contaminación del mar Mediterráneo y la afectación a las diferentes especies que lo habitan a partir de las heces de tortuga marina como bioindicador. En el proyecto participa España, Francia, Italia, Grecia, Turquía y Túnez lo que permitirá recolectar información de diferentes puntos del Mediterráneo para obtener una visión más global de esta problemática en aguas europeas.