Los bifenilos policlorados, más conocidos como PCB, son componentes químicos artificiales formados por cloro, carbono e hidrógeno que presentan una gran toxicidad. Fueron producidos hasta finales de los años 70 con finalidades industriales, pero una vez conocido el peligro que suponía para el ser humano y el medio, su uso se fue regulando. Uno de los problemas que presenta este componente, es su tendencia a acumularse en los tejidos de los seres vivos y su resistencia a la degradación química y biológica que provoca su persistencia en el medio ambiente.

Recientemente, una investigación de la Universidad de St. Andrews ha podido constatar que los delfines mulares mediterráneos (Tursiops truncatus) presentan altas concentraciones de PBC en sus organismos. Un equipo de investigadores internacional evaluó las concentraciones de este componente y otros contaminantes en delfines mulares del Golfo de Trieste, en el mar Adriático norte. Este estudio, verificó que hasta el 87,5% de estos animales presentaba concentraciones de PCB superiores al umbral de toxicidad que puede provocar en mamíferos marinos la aparición de efectos fisiológicos. Además, se pudo observar que los compuestos contaminantes acumulados en hembras se ha transmitido a las siguientes generaciones y las crías presentan del mismo modo concentraciones preocupantes de PCB.

Según la UICN, las subpoblaciones de delfines mulares del Mediterráneo se encuentran en estado vulnerable. La contaminación química no es la única amenaza que deben afrontar estos cetáceos: la pesca accidental, la sobreexplotación pesquera, la contaminación acústica, la contaminación por residuos o las colisiones con embarcaciones, son también impactos que están provocando la reducción de sus poblaciones.